miércoles, 4 de enero de 2012

Coherencias de la carne y la tauromaquia


Mi madre siempre dice "a mí me gusta comer carne, desde que no sepa cómo mataron al animal". Puede que a usted no le guste ver cómo sufre el animal, pero eso no le quita el derecho a que le guste comer carne; y puede que una persona no esté de acuerdo con las corridas de toros y le parezcan un acto cruel, pero de eso a ser activista o considerarse anti-taurino hay mucho trecho.

Muchos de los que dicen ser "anti-taurinos" son un poco incoherentes con lo que son. A nadie le gusta ver a un ser vivo maltratado, a excepción de los "taurófilos" (más adelante explicaré la razón de las comillas) que lo ven como un arte. Un anti-taurino debe ser alguien muy coherente: si "lucha" contra el maltrato animal, debería ser coherente con sus actos y no propiciarlo comiendo aves de corral criadas bajo condiciones indignas, o peces que mueren de la forma más cruel que puede existir; o peor aún, que use chaquetas de cuero porque esa es la moda, sin pensar en que eso que se pone encima es la piel de una vaca que murió (quién sabe bajo qué condiciones) para que usted se vistiera bien.

A propósito de las comillas que usé al escribir el término “taurófilo”, lo hice debido a que no considero que este deba ser el término correcto para una persona que disfruta viendo a un toro ser maltratado. Si observamos bien la palabra, su significado literal sería “amor a los toros”. Respecto a esto me gustaría hacer una pregunta: si ama a su madre, ¿disfrutaría viéndola ser maltratada? Creo que la respuesta de todos es NO. A mi parecer, etimológicamente este término se acomoda más a aquellos que conocemos como “anti-taurinos” (los invito a que reflexionen también sobre el significado etimológico de este último término, y si les parece correcto). Un término que a mi parecer describe mejor a quienes disfrutan de las corridas de toros sería “taurófobo”, como ya lo había dicho en uno de mis comentarios en Twitter. Aclaro que no estoy sentando una posición ante la tauromaquia, simplemente, ya que hablamos de coherencias, quiero hacer un comentario acerca de los términos que siempre me han parecido mal asignados.

Considero que lo que una persona piensa debe ser coherente con cómo vive y con lo que hace, y si come carne y usa pieles para vestirse, no está en ningún derecho de criticar ni luchar contra ningún tipo de maltrato animal, a menos que críe sus propias vacas y pollos, y haga sus zapatos con el cuero de animales que murieron dignamente. En conclusión, nadie puede juzgar si está mal o no comer carne, usar pieles o gozar de las corridas de toros. Cada quien es libre de hacer y comer lo que quiera. Pero si va a criticar la contaminación, no contamine; si critica el desperdicio de agua, no la desperdicie; si critica el maltrato a los niños, no le pegue a sus hijos; si critica el maltrato animal, no lo propicie… y si no puede ser coherente, ¡no critique!


Esta entrada surgió en respuesta a una que publicó un amigo twittero en su blog, titulada “Toros, carne y demás” (ver http://catarsispurgativa.blogspot.com/2012/01/toros-carne-y-demas.html). Iba a responderle con un comentario, pero al notar que se estaba tornando muy extenso, decidí responderle con otra entrada.