lunes, 29 de octubre de 2012

El fenómeno Princesitas

Es evidente que en nuestra sociedad el protagonismo que se le da a la mujer ha crecido desde hace pocas décadas. Hace unos tantos años la imagen de la mujer no era relevante en la sociedad y mucho menos lo eran sus opiniones, derechos o necesidades. En la sociedad actual, la mujer juega un papel muy importante, aunque para muchos no el que merece, pero es notable que sus derechos y necesidades son una preocupación mucho más evidente hoy en día. 

Las oportunidades que se le dan a la mujer actualmente serían impensables hace algunas décadas. Serían privilegios únicamente de los hombres. Entre estas oportunidades se encuentra el derecho a la educación: poder estudiar, saber leer, tener conocimientos específicos, ser profesional, etc. Hoy en día existen muchas mujeres, no necesariamente pudientes (económicamente hablando), que se destacan por sus logros en ciencia, ingeniería, arte, política, ciencias humanas, etc. También existen mujeres que, aunque no han tenido los recursos suficientes para estudiar una carrera profesional, han salido adelante gracias a oficios dignos que antes sólo eran llevados a cabo por hombres, como carpintera, zapatera, secretaria, taxista, artesana, pastelera, cocinera, modista, joyera, etc.

Sin embargo, a pesar de estas nuevas oportunidades, existe todavía una influencia machista regida por la ley del menor esfuerzo. Aún hoy existen hombres y mujeres que crían a sus hijas con la idea de que estudiar es para niños ricos, que es algo muy difícil y que no le va a dar con qué vivir en el futuro. Aún hoy cuando tantos niños realmente pobres, que viven en lugares donde el acceso a la educación es incipiente, desearían poder ir a la escuela. Estas hijas que parecen salidas de una "narconovela" son criadas con la idea de ser esclavas de la belleza, ya que esta será lo que les asegurará su futuro. Desde una niña a la que casan con un hombre rico, hasta una reina de belleza o una presentadora de farándula, todas han crecido con la idea de que su belleza les dará más de lo que les puede dar su cerebro. 

Pero esto no es un fenómeno que existe sólo en Latinoamérica. Esta situación se presenta en todo el mundo. Existen concursos de belleza internacionales donde participan niñas desde los 4 años, a las que maquillan, depilan, peinan y hasta transforman con tal de obtener un reconocimiento, que más pareciera satisfacer los deseos frustrados de sus madres por ser reinas de belleza. ¿Por qué no en lugar de dar prioridad a la belleza, se incentiva a las niñas a estudiar y desarrollar su cerebro? Este cerebro al fin y al cabo, desde que no haya mayores problemas de salud, estará con ellas hasta el final de sus días. La belleza probablemente no. Entonces, ¿de qué vivirán cuando sus glándulas mamarias se caigan, su cara se arrugue y su barriga sobresalga? ¿Con qué pagarán sus cirugías si ya no pueden atraer hombres ricos o contratos en televisión? Tal vez si escogieran ser profesionales o desempeñar algún oficio, su cerebro y aptitudes no sólo pagarían su alimento y vivienda, sino también su felicidad hasta el final de su vida.

Es difícil cambiar esa mentalidad de la vida "fácil", que al fin de cuentas termina no siendo tan fácil para estas mujeres, ya que implica ciertos esfuerzos que muchas veces van en contra de su propia dignidad. Es difícil hacerle entender a la gente que el éxito no se trata de sacar al mercado algún día su propio perfume, o ser la actriz latina del año gracias a su actuación en Modern Family (mientras deja la imagen de las latinas por el piso). Es difícil para muchas personas entender que el éxito realmente se alcanza poco a poco, con mucho esfuerzo, y que los sueños se pueden cumplir sin tener que dejarse pisotear la dignidad. Es difícil hacer que algunos padres entiendan que lo que hacen es destruir la vida de sus hijas, haciéndoles creer que no pueden lograr nada por sí mismas y que deben depender de su belleza. 

No se justifica que en la actualidad existan personas que subvaloran de tal forma a la mujer y que exista gente que lo patrocina. ¿Que tal si todo ese dinero que gastan en los concursos de belleza lo invierten mejor en escuelas para las comunidades con menos recursos? ¿Que tal si no sólo invirtieran en escuelas, sino también en campañas para educar a estos padres ignorantes que no valoran la grandeza y potencial de sus hijas? El reto está en hacerle entender a esos padres que no existe nada mejor que la satisfacción de cumplir sus sueños habiéndose esforzado para lograrlo. 

Las cosas se valoran más cuando cuando te has esforzado por obtenerlas. La felicidad es más grande cuando has tenido que sufrir para alcanzarla.

lunes, 30 de abril de 2012

La Feria Social de Moda.

La Feria del Libro de Bogotá inició como feria nacional en 1988. Años después pasó a ser la Feria Internacional del Libro. En 2007 Bogotá fue nombrada Capital Mundial del Libro por la UNESCO. Anualmente miles de personas asisten a esta feria para conocer, aprender y comprar. Todo gira entorno a los libros.

Recuerdo que hace algunos años, las personas que asistían a la feria eran en su mayoría estudiantes o gente estigmatizada como "intelectual", o lo que popularmente se conoce como "gente ñoña". He notado que con los años el flujo de personas ha aumentado, sobretodo en estos últimos 5 años (aproximadamente).

Este año en la feria noté una situación muy particular y le hice un comentario a mi prima acerca de ello. Le dije que no entendía por qué tanta gente tomaba tantas fotografías en cualquier lugar, incluso en la feria del libro. Y ella agregó que había más gente tomando fotos que mirando libros. Después de un minuto de silencio a ella se le ocurrió la respuesta: "porque ahora existe facebook...". Ahora la vida de la gente gira en torno a "¿qué fotos voy a subir a facebook?".

Después de reflexionar acerca de ello realicé una búsqueda en las redes sociales, y encontré comentarios como "¡que deli, compré muchos libros en la feria!", por parte de gente que conozco y sé que jamás en su vida ha abierto un libro por voluntad propia.

He llegado a la conclusión de que la Feria Internacional del Libro se ha convertido en la moda social "pseudo-intelectual" del momento. Las redes sociales le han hecho una publicidad que ha aumentado el número de falsos asistentes. Con falsos asistentes me refiero a aquellas personas que asisten con el único fin de mostrar que asistieron.

Tristemente, contra toda estadística, los interesados en la lectura no han aumentado. Los interesados siguen siendo los mismos. Lo único que ha aumentado es el número de falsos lectores, los lectores por moda.

Esta entrada la escribo con el fin de incentivarle a reflexionar acerca de si realmente usted se considera un lector o un lector por moda.

No ser lector no es ningún pecado. Todos somos diferentes y tenemos derecho a serlo. Simplemente, si usted no gusta de la lectura, no haga sacrificios estúpidos ni actuaciones innecesarias. No asista a la Feria del Libro, realmente le haría un favor a quienes realmente disfrutan de la feria... ¡Entre menos montonera, mejor!


Sent from my BlackBerry® wireless device

lunes, 13 de febrero de 2012

La primera vez que fui al estadio

La siguiente entrada la escribo en respuesta a la iniciativa de Millonarios FC para el regreso de las familias al estadio. La idea no es hablar de las cosas malas, sino de todo aquello que nos motive a ir en familia a celebrar la fiesta del fútbol.


... Siempre, cada vez que entro al Campín, 
recuerdo ese gran día: la primera 
vez que fui al estadio.

Recuerdo ese día tan claramente como recuerdo todo momento importante de mi vida. Como el día que entré al colegio, el día que me gradué, el día que encontré mi primer fósil, o el día que se me cayó mi primer diente de leche.

Todo comenzó con la gran noticia, o mejor, la gran invitación. Siempre soñé con ese momento. Nunca antes había ido, porque supuestamente era "peligroso" y mi mamá siempre decía que debía esperar a ser "más grande". Cada vez me hacía más grande y el día no llegaba (además nunca tuve compañía para ir). Se había difundido la noticia: el River Plate de Argentina vendría a jugar un partido amistoso con Millonarios, el 16 de Diciembre de 2004. Era un partido importante, y pensé que (como siempre) lo vería por televisión (sola). Ese día mis primos me contaron sus intenciones:  Vamos a ir al partido de Millos contra River, ¿quieres venir con nosotros? Con una sonrisa en el rostro y mis ojos comenzando a humedecerse, grité:  ¡SIIII!!!! 

No lo podía creer. Por fin los vería en persona. No más pantalla chica. Millos estaría a tan sólo unos metros de distancia y yo sería la persona más feliz del planeta.

El gran día llegó. Desde que desperté contaba los minutos y segundos para ir al estadio. Buscaba en mi armario el atuendo perfecto para esa gran gala. Todo el tiempo llamaba a casa de mi tía para ultimar detalles. Con cada hora que pasaba mi corazón latía más fuerte.

Finalmente llegó la hora. Nos encontramos todos y salimos hacia el Estadio Nemesio Camacho El Campín. Al llegar allí, la sensación fue de alegría total mezclada con muchos nervios. Estaba realmente emocionada. Tantas veces pasé frente al estadio anhelando el día que pudiera entrar a ver a Millonarios... Ese día por fin había llegado.

Recuerdo que estábamos algo preocupados porque llegábamos un poco tarde y sería difícil encontrar lugar para 7. A medida que atravesaba las puertas del Campín la emoción aumentaba. Mi pulso se aceleraba mientras subía los escalones que conducen a la tribuna y sentía el movimiento del estadio, que vibraba al ritmo de los saltos, los bombos, los redoblantes y los cantos de los hinchas.

De repente una fuerte luz me enceguece. Entro y ante mí aparece resplandeciente el gran estadio, como una aparición milagrosa, bañado en camisetas azules. No era el cielo ni un sueño, aunque yo me sentía en el paraíso. De repente, con el pulso acelerado, mi corazón finalmente estalló de júbilo y comencé a cantar y saltar. Ese fue uno de los días más felices de mi vida.

Cuando por fin aterricé y entendí que estaba viviendo la realidad, recordé las palabras de mi madre, cuando me hablaba de lo peligroso que era ir al estadio. Miraba a mi alrededor y veía tantos rostros felices, a mi familia saltando, a padres abrazando a sus hijos, a chicos cantando juntos sin siquiera conocerse... ¿Qué de peligroso habría en eso? Eran tan sólo almas felices reunidas en un lugar por un motivo en común: EL AMOR AL FÚTBOL.


Mensaje para los padres: tal vez si acompañamos a nuestros hijos al estadio, ellos no tendrán que buscar la manera de ir solos, o peor, en mala compañía. Enséñales a ver y disfrutar el fútbol. ¿Qué mejor compañía que la familia? No permitamos que la fiesta del fútbol se convierta en tristeza.

miércoles, 4 de enero de 2012

Coherencias de la carne y la tauromaquia


Mi madre siempre dice "a mí me gusta comer carne, desde que no sepa cómo mataron al animal". Puede que a usted no le guste ver cómo sufre el animal, pero eso no le quita el derecho a que le guste comer carne; y puede que una persona no esté de acuerdo con las corridas de toros y le parezcan un acto cruel, pero de eso a ser activista o considerarse anti-taurino hay mucho trecho.

Muchos de los que dicen ser "anti-taurinos" son un poco incoherentes con lo que son. A nadie le gusta ver a un ser vivo maltratado, a excepción de los "taurófilos" (más adelante explicaré la razón de las comillas) que lo ven como un arte. Un anti-taurino debe ser alguien muy coherente: si "lucha" contra el maltrato animal, debería ser coherente con sus actos y no propiciarlo comiendo aves de corral criadas bajo condiciones indignas, o peces que mueren de la forma más cruel que puede existir; o peor aún, que use chaquetas de cuero porque esa es la moda, sin pensar en que eso que se pone encima es la piel de una vaca que murió (quién sabe bajo qué condiciones) para que usted se vistiera bien.

A propósito de las comillas que usé al escribir el término “taurófilo”, lo hice debido a que no considero que este deba ser el término correcto para una persona que disfruta viendo a un toro ser maltratado. Si observamos bien la palabra, su significado literal sería “amor a los toros”. Respecto a esto me gustaría hacer una pregunta: si ama a su madre, ¿disfrutaría viéndola ser maltratada? Creo que la respuesta de todos es NO. A mi parecer, etimológicamente este término se acomoda más a aquellos que conocemos como “anti-taurinos” (los invito a que reflexionen también sobre el significado etimológico de este último término, y si les parece correcto). Un término que a mi parecer describe mejor a quienes disfrutan de las corridas de toros sería “taurófobo”, como ya lo había dicho en uno de mis comentarios en Twitter. Aclaro que no estoy sentando una posición ante la tauromaquia, simplemente, ya que hablamos de coherencias, quiero hacer un comentario acerca de los términos que siempre me han parecido mal asignados.

Considero que lo que una persona piensa debe ser coherente con cómo vive y con lo que hace, y si come carne y usa pieles para vestirse, no está en ningún derecho de criticar ni luchar contra ningún tipo de maltrato animal, a menos que críe sus propias vacas y pollos, y haga sus zapatos con el cuero de animales que murieron dignamente. En conclusión, nadie puede juzgar si está mal o no comer carne, usar pieles o gozar de las corridas de toros. Cada quien es libre de hacer y comer lo que quiera. Pero si va a criticar la contaminación, no contamine; si critica el desperdicio de agua, no la desperdicie; si critica el maltrato a los niños, no le pegue a sus hijos; si critica el maltrato animal, no lo propicie… y si no puede ser coherente, ¡no critique!


Esta entrada surgió en respuesta a una que publicó un amigo twittero en su blog, titulada “Toros, carne y demás” (ver http://catarsispurgativa.blogspot.com/2012/01/toros-carne-y-demas.html). Iba a responderle con un comentario, pero al notar que se estaba tornando muy extenso, decidí responderle con otra entrada.